Néstor Martínez
Alguien se acerca a mí. Me toma de la mano, la acaricia, la comienza a dirigir a su entrepierna, siento su erección, aprieto su pene y comienzo a sobarlo, crece más y más: es grande, al menos unos cinco o seis centímetros más grande que el mío, sin darme cuenta o sin saber por qué, yo también tengo una erección y una mano extraña la siente y acaricia, no abro los ojos, siento un aliento fétido, que apesta a whisky, se acerca a mi boca, la abro un poco y asomo la lengua, siento su barba enredarse en mi barbilla y su mano deslizarse a mi nuca para apretar, su lengua se mueve como un gusano dentro de mi boca, es tan grande que no logro mover mis labios, sólo lo dejo hacer lo suyo. Mi pene, ya afuera, está en su mano, lo mueve de arriba abajo, yo también, instintivamente, lo masturbo. Acerca su cadera a la mía y los glandes chocan, mi pene se endurece aún más, su respiración acelera, no puedo respirar. Me encanta esa sensación, es la primera vez que mi pene es acariciado por otro, ahora yo lo tomo de la nuca, la aprieto y comienzo a juguetear con mi lengua. Está excitado. Yo también, nuestros penes continúan jugando, no me he dado cuenta que su pantalón está abajo y yo ya tengo mi mano jugueteando en su ano, poco a poco comienza voltear, chupo un dedo hasta lubricarlo, después, no sé por qué, lo unto con mi líquido preseminal, él se recarga en una pared y me apunta con las nalgas a mi verga, paso mi dedo una vez más por mi boca —salado— y comienzo a hacer círculos en su ano, se estremece y suelta un gemido, el cual me asusta y me saca un poco del letargo, es un gemido fuerte, vigoroso, varonil, por un momento me siento como un niño pequeño que no sabe dónde están sus papás. Sin avisarle, le introduzco mi dedo medio completamente, suelta un grito, desgarra mis oídos y el corazón, toma mi otra mano y la conduce a su pene, comienzo a masturbarlo mientras saco y meto mi dedo en su ano, acelero ambos movimientos, saco mi dedo y pongo mi pene en la entrada, lo clavo, eyacula en mi mano. Es entonces que sé lo que sucede, estoy penetrando, no sólo eso, sino bombeando a un hombre, siento asco de mi mismo, subo mi mano a su boca y lo obligo a comerse su semen, al principio le da gracia, después no tanta, yo sigo en mi faena, lo lastimo y me da gusto, eyaculo, tomo su nuca lo estrello contra la pared, cae desmallado, su pene está flácido y el culo le sangra, veo la escena: mi verga está llena de sangre y mierda, no puedo contener el asco y vomito sobre de él, le arranco la camisa y limpio lo más que puedo mi pene, escupo y le doy un trago largo a la botella de whisky que llevaba. Está despertando, se mueve como un animal recién nacido, ciego, expuesto: débil. Meto mi verga, ya sin vida, a mi pantalón, subo mi cierre, ajusto mis botas y cuando abre los ojos, le piso la cara.
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