Wendy Miranda
Hijo de Sodoma
escucha el lamento inocente
de la estatua de sal
de aquella que por ti se envenenó.
¿Para qué le hablaste de tu piel
de placer
y mariposas?
No hay traidor que no obtenga su castigo,
no vale nada tu arrepentimiento.
Podrá morir cien veces más
pero ya no bajará a darte la mano
ni se volverá a quemar la lengua
con tus lágrimas.
Dios es justo, Dios no olvida
la traición de tus ojos
ni el dolor de su llanto.
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